sábado, 24 de noviembre de 2012

Lejos de la Urbe

Estamos conectados con la Tierra
            Un día cerré mis ojos y viaje al picacho más alto de una montaña, necesitaba estar a solas con lo esencial, estar lejos de las frecuencias que día a día cruzan mi habitat de antenas de telefonía móvil, de televisión, de radio y, de muchas otras que día a día se pasean por nuestro lado sin estar conscientes de cómo nos afectan, estar lejos de la polución, lejos de la contaminación que producen los medios de transporte, los gases que inundan el aire con todos las maquinarias de aire acondicionado sobre los techos de las grandes construcciones que habitan la ciudad,  salirme temporalmente de esa energía recargada de dolor, frustración, que acompaña a cientos de seres que caminan cual sonámbulos por el lado tuyo, esa energía que resulta de esta serie de eventos y muchos otros que definiría como asfixiante, agotadora, más aún si ya tienes desarrolladas tus antenas que perciben sensaciones que para la gran mayoría simplemente no existen.

            Cuando me senté en la cima de esta, me sentía parte del todo, era como un vegetal más, al igual que a el, la brisa nos acariciaba a ambos, las nubes que cruzaban por allí nos refrescaban con millones de motitas de agua sobre el rostro, se sentía bien, era refrescante, me encontraba en un estado de éxtasis, la brisa del viento jugaba con mi pelo y me lo desenredaba cada vez que me lo arreglaba, estaba feliz con mi presencia, con esta visita de un hermano citadino, el amor que te prodigaban todos los seres que allí estaban lo sentías, solo yo y los elementos, el olor a tierra húmeda me hacía viajar a mi niñez, nací en una zona lluviosa de mi país, el olor a alerce húmedo, a las chimeneas de las cocinas a leña, la humedad del clima, era como estar en un proceso de regresión hipnótica.

            En ese instante sentí un suave remezón, la tierra me estaba pidiendo su atención y, procedí a escucharla, cerré mis ojos y me puse en contacto con su decir.

            Mira hijo, como parte de tu proceso del despertar, te voy a relatar algo, yo he permanecido siglos por estos lados, millones de generaciones de seres como tú han pasado por mi lado, eres para mi un simple ser como la vegetación que me acompaña, las nubes, los árboles, las cascadas por donde pasan los ríos, los animales que me habitan, los he visto pasar a todos, un día llegan, ya luego no están sobre mi superficie, todos pasan a formar parte de mí, porque así como les doy vida, también los recibo al momento de partir, sus almas si quedan libres de viajar a nuevas experiencias, pero ese no es el tema de ahora.

            Cuando Uds. llegaron a mí lado, fue con la condición de que pudieran alimentarse y subsistir con los alimentos que yo les iba a proporcionar y, es así como muchos seres a los que Uds. llaman indígenas lo hacen, ellos están conciente de mi existencia, me rinden tributos cuando tienen alimentación en abundancia, son agradecidos, me oran de manera humilde y me suplican cuando están en tiempo de escasez para que no les abandone, ellos están concientes que yo no les pertenezco, nada las pertenece, están igual que los árboles, aves, animales, flora, tan solo de paso. Ellos me conocen como su madre y me aman, me cuidan y agradecen cada vez que los alimento, yo no les pertenezco, ellos se dicen que son de la tierra, como el resto de sus hermanos.

            Te cuento esto porque estás aquí y puedes sentir lo diminuto que es el ser humano frente a la majestuosidad de la naturaleza, aquí te calibras, aquí te sintonizas con el todo, aquí puedes ser tú, aquí puedes llorar tranquilo, aquí nadie te juzga, aquí puedes sentirte amado sin condiciones, aquí te encuentras con tu esencia. Aquí aprendes a ser humilde, caritativo y vulnerable, pues no impera el Miedo, recuerda que Uds. tienen miedo de su misma especie, que tristeza hijo que así sea.

            Los he visto desarrollarse generaciones, tras generaciones y, fui testigo del momento cuando perdieron la cordura, cuando comenzaron a pelearse entre Uds. por adueñarse de un trozo de mi superficie, les crearon la ilusión de que yo les pertenezco y me dividieron en trocitos con diferente valor, si pues me pusieron precio y, se las repartieron. Eso sembró envidias, rivalidades, guerras y mucha muerte, situación absolutamente vigente hoy en día. Idearon un sistema que los hace trabajar muchas veces en demasía para tener un trozo de tierra donde llegar a dormir, del cual sentirse orgulloso, pero dejen de pagar sus impuestos y se los van a arrebatar.

            Esto te lo cuento para que no corras tanto, ni te estreses por adquirir algo que al final puedes disfrutarlo con una mirada diferente, más tranquila, más calma, vas a pasar y la tierra seguirá allí para que generaciones venideras se la disputen, si puedes, piensa en lo que te digo, si puedes deja un trozo en tu propiedad humana sin pavimentar, si caminas sobre mí a pie descalzo, curaras muchos desequilibrios, pues la energía que te puedo brindar es sanadora, porque me permites al igual que una madre estar en contacto contigo mi hijo querido. Evita pavimentar todo, pues te desconectas de mí y no podemos tener este tipo de conversaciones….

            De pronto la tierra se volvió a mover, desperté y noté que era más tarde, me había quedado dormido, pero me sentía muy feliz de la experiencia vivida…..

Carlos Arismendi Gukowsky

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