Hola querida familia,
les regaló otra reflexión que brotó de lo profundo de mi ser, mi deseo es
que nos mantengamos despiertos y atentos
a la hermosura del con-vivir:
Una de las habilidades que debe practicar e
internalizar una persona, es la “escucha”, pues como se nos enseño en alguna
oportunidad hemos crecido en un modelo mental que no sabe escuchar y más aun no
nos percatamos que en los ejercicios dialogicos diarios, cuando converso con el
otro, el
pilar fundamental que sostiene una conversación es la persona que escucha,
no nos beneficiamos en nada cuando hablamos y hablamos, utilizamos bellas
palabras, profundas, bien estructuradas, si es que nuestro interlocutor no nos esta escuchando, el
tiempo invertido en ese diálogo vale cero, con lo cual automáticamente
pasa a ser monólogo y nos frustramos, nos da rabia, nos sentimos ilegitimados y
decae nuestra autoestima.
Como es sabido escuchar no es lo mismo que oír,
el oír es puramente biológico, escuchar implica saber interpretar lo que el
otro está tratando de expresar, debo decodificar lo que mi interlocutor me
transmite, valiéndome de la empatía, de la expresión corporal del otro, de su
estado emocional, debo ser capaz de respirar a través de su “observador”, debo
mirar con los ojos de quién esta depositando en mí su verdad, su manera de
sentir a aquello que lo rodea, teniendo siempre presente la máxima que dice “dime lo que
hablas y te diré quién eres”, que hermosa experiencia del conocer al
otro a través de su decir, pero para ello debo poner mucha “atención”,
hacer con quién me conversa, lo que me gustaría que hicieran conmigo, que grato
es sentirse
escuchado, es una manera de sentirse valorado, dignificado e importante para el
otro.
Muchas veces se tiende a confundir la
comunicación entre personas, como lo hace un emisor y receptor en las
telecomunicaciones, en esa comunicación no hay problemas, el emisor y el
receptor utilizan el mismo protocolo y codifican y decodifican sin problemas lo
transmitido. Las
personas cuando decodificamos algo que se nos dice, generalmente lo teñimos de
nuestro “observador”, de nuestra experiencia, de nuestra forma de sentir la
vida y lo comunicado no llega al receptor como esperaba el emisor.
De allí la labor de quién comunica de asegurarse de quién capta su mensaje, en
solicitarle que le explique que entendió de lo que se le conversó, con eso
minimizamos el riesgo de ser malentendidos y muchas veces juzgado de manera
injusta y no de acuerdo a la verdad.
Cada
rincón del planeta, esta repleto de lenguaje y por ende de la responsabilidad tremenda de
saber escuchar, las familias, las empresas, las amistades, etc…forman telarañas
que utilizan como pegamentos a las conversaciones y el escuchar, una red se
debilita cuando el proceso de comunicación entre dos partes no fluye, esta
cortada. La
calidad de las conversaciones que tienen las personas, incide directamente en
el éxito de las relaciones que ellas sustentan, sea la empresa, la familia, los
amigos. Cuando la calidad de las conversaciones es baja, cuando no
hay entendimiento por un mal escuchar, el fracaso está casi asegurado.
¿Cuantas guerras, separaciones de pareja, drogadicción,
alcoholismo, violencia intrafamiliar, homicidios, tristezas, frustraciones,
sectas, accidentes, quiebres empresariales, cesantía, etc…hubiesen podido
evitarse en el pasado si hubiésemos en un determinado momento haber sido
capaces de escuchar? Que cantidad de sufrimiento ha generado esta “no escucha”, si pareciera que no fuera
cierto, se recuerda Ud. si alguna vez alguien se ha indignado con Ud. y ha
decidido no depositarle más su confianza, lo que cree y piensa respecto de algo,
simplemente porque le han dicho, ¡¡Para que, Si tu no escuchas!! ¡Para que si
este tipo No escucha, si cree que se las sabe todas, esperemos tranquilamente
un día se caerá! Le parecen común estas expresiones, ¿..con sus familiares
directos, con sus Jefaturas, sus colegas de trabajo….?
El no
escuchar a alguien es delicado, Ud. sin quererlo genera en su interlocutor
desconfianza, lo ilegítima como persona, genera rencor, genera desmotivación,
lo paraliza y le
aseguro que si es un subordinado suyo en el trabajo, está construyendo junto a
su equipo su foso, cuando habla Ud. desde el respeto, sabiendo
ponerse en el lugar del otro,
involucrándose y dando importancia a las palabras que salen de la boca de su
interlocutor, si
lo acoge haciéndolo sentirse importante y demostrando en gestos, palabras que
lo está escuchando, el escenario para esa persona cambia radicalmente,
lo motivará, lo hará feliz, se sentirá importante, lo entusiasmará tanto que
hará por Ud. más cosas que aquellas que le corresponden, será pro-activo,
autónomo, tendrá iniciativa, será colaborador y le devolverá este simple gesto
del “saberlo escuchar” con creces, cuando alguien le abra su corazón, de
Gracias, es la actitud, el regalo más maravilloso que puede experimentar y
disfrutar en su “temporal” existir, estará siendo bendecido, estará siendo instrumento de
sanación, de iluminación, para nuestro Creador.
Para escuchar no solo se refiere a escuchar con
las orejas, podemos
escuchar en el silencio, hay muchos seres que se expresan desde la
calma, a través de su rostro, su mirada, sus gestos, sus sonrisas, también me
están hablando, ese lenguaje también hay que escucharlo, si deseo ser un buen comunicador,
debo ser
capaz de escuchar la gestualidad, las emociones, si tal como digo,
debo ser capaz de escuchar al otro, no a través de las palabras solamente, sino de su
estructura corporal, a través de esta me puede comunicar que esta triste, que nos
necesita, que requiere que tomemos la iniciativa, los seres humanos somos
criaturas tan bellas, tan especiales, dotadas de tantas formas de expresarnos,
que cuando logramos detectar en segundos lo que el otro expresa en el silencio,
se produce un acto mágico fascinante, extraordinario, poder decir “..puedo
ayudar…mejoré mi escucha…” Soy Feliiiz.
No
olviden nunca mis queridos hermanos, que al primer ser que deben escuchar y
atender es a Uds. mismos, porque es innegable que conversamos mucho con nosotros en la calle, en
el bus, en un parque, en todo momento cuando estoy solitario, comienzo a
conversárme mi acontecer, lo que debo hacer, lo que no hice, lo que pienso de
mí, lo que pienso de la vida, del trabajo, por favor queridos hermanos, eduquen ese
escuchar, para que el feed-back que se den sea siempre positivo, sea siempre
amoroso, sea siempre motivador, porque de verdad, si es a nosotros mismos que
nos conversamos, lo ideal es que nuestro oído del corazón escuche cosas
hermosas, cosas que nos hagan bien, cosas que nos permitan
evolucionar espiritualmente, cosas que nos permitan estabilizarnos
emocionalmente, solo así estaré preparado para escuchar al otro, debo estar en
constante estado de apertura, para recibir al otro, acariciarlo con la escucha
y vitaminizarlo con muchas dosis de amor y ternura. Les prometo que nunca se
sentirán solos, deben prepararse queridos amigos para recibir mucho amor y a
quién no le agrada que lo quieran.
No olviden nunca que muchos de nuestros amigos,
familiares, nos hablarán estando callados, sepamos escucharlos, muchas veces
nos veremos enfrentados a ser nosotros los que respondamos inquietudes y dudas
de nuestro cliente, dudas e inquietudes que jamás emitió por su boca, deberemos
completar sus conversaciones, utilizando
su lenguaje corporal y emocional, a estar atentos entonces, a educar la “atención”,
a educar la empatía y no olviden nunca.
“Una conversación vale
Nada, si su interlocutor No escucha a su Observador o si Ud. No escucha al
Observador de su interlocutor”
Carlos Arismendi Gukowsky.
Carlos Arismendi Gukowsky.
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