Ayer recibí una carta de una joven estudiante
que me hizo reflexionar respecto de los efectos nocivos que tiene la dualidad en la vida
de las personas, cuando no se esta consciente que la clasificación de lo que
somos y nos acontece, es y solo es, una obra maravillosa de la razón humana.
Todo esto que les cuento es a raíz que en mi
país existe una tendencia en clasificar a los jóvenes que desean postular a la Educación Superior
o Universitaria, en Científicos o Humanistas, no existe el conectivo y/o, esta
joven me comentaba, “…que problema se me produce cuando las personas nos sentimos con habilidades científicas y humanistas…”, “¿qué
pasa con aquellos que tenemos talentos para los números, el cálculo, la lógica
y a su vez nos encanta pintar y tocar bellas melodías a través de un
instrumento musical?, ¿Dónde nos situamos? pero en este caso esta joven ya
tenía un recurso, el cual me agradecía a través de este escrito, sabía que
tenía que escuchar a su voz interior, a su corazón, a aquello que más amaba y
que la hacía tremendamente feliz, podía con ello sortear este reto. El daño que
produce esta mirada, es que los jóvenes que aceptan esta clasificación, muchas
veces descansan en ella para excusarse frente al bajo rendimiento en áreas del
conocimiento que admite esta etiqueta, si soy humanista, el mundo, ni yo,
puede esperar de mí un rendimiento destacado en alguna asignatura matemática, y
es aquí es donde esta el peligro, pues los adultos resentimos sin darnos cuenta
en ellos, el empuje para ser mejores en las áreas que más les exigen dedicación, abortamos
su creatividad para sortear el desafío y evitamos que ejerciten la
perseverancia. No siempre en nuestra vida vamos a tener que realizar tareas fáciles, hay que ejercitar la observación y aprendizaje de aquellos aspectos intermedios del existir.
Entiendan mis amigas/os que no existe, ni es
posible reconocer o clasificar el éxito, sin el fracaso, la alegría sin la
tristeza, la pereza sin la perseverancia, lo bonito sin lo feo, etc…Los invito
a un ejercicio, imagínense las emociones como el caudal de un río que fluye
desde la montaña, el agua se desplaza por superficies con diferentes
pendientes, da vida por donde circula, se desplaza por canales angostos y
amplios valles, en resumen, el recorrido no es uniforme. Las emociones se
desplazan a través nuestro, igual que el caudal de un río, hay momentos en que
nos sentimos llenos de energías, felices por ciertos acontecimientos y otras
veces triste, angustiado, este ir y venir de emociones nunca se detiene, sólo
debes dejarlas fluir, todas son necesarias para nuestro desarrollo como persona,
nos revitalizan. No cuestiones tus estados, déjalos que fluyan, aprende a
conocerlos, a convivir con ellos y a convertir una emoción en un recurso
nutritivo para tu vida, puedes aprender incluso de la ira, de las crisis, de
los dolores, esto se conoce como inteligencia emocional. Ya les comentaré un poco más al respecto.
¿Eres una persona que vive atrapada bajo el
manto del dualismo? Día, noche, lindo, feo, aquí, allá., arriba, abajo. ¿Has
hecho el ejercicio de imaginarte un mundo donde existan los estados
intermedios? ¿Cree que tu vida debe estar siempre particionada? ¿Qué pasa con
la diversidad? ¿Logras entender lo complicado que es, que los gobiernos
utilicen en sus promesas y discursos a la clase media? ¿Entienden esta trampa
del lenguaje? ¿Aceptas que los fracasos te engrandecen? Un Abrazo y estamos en contacto.
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