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Mis hijas, nuevas miradas |
Un día comentaba a un amigo, que antes de
emprender este viaje por la ruta de la espiritualidad, mi ego era el motor
principal que me activaba a hacer esto o aquello, pues en esos tiempos
necesitaba sentirme validado, reconocido, buscaba fuera de mi respuestas y no
escuchaba a mi voz interior, pues esta era temerosa, insegura y no quería
equivocarme, mis oídos se deleitaban cuando escuchaban “buen trabajo amigo”,
“eres una persona profesional y talentosa”, etc...pienso hoy que el
reconocimiento es necesario y permite saber como lo estas haciendo, pero
observando desde la “humildad”.
Un
día me dije ¿Cómo nació en mi esta necesidad de entregar bien-estar a los
otros?, racionalmente he tratado de volver atrás y volver a ser el de antes,
pero saben mis amigos es imposible, ya no puedo, comencé hace seis años este
caminar no exento de crisis, dolores, tristezas, alegrías, ¿saben que?, cuando
despiertas es imposible volver a quedarte dormido
Como
poder crear espacios donde reunir a personas que no lo están pasando bien, que
se encuentran sin trabajo, donde puedan tomarse un café, un té y poder ser
escuchados, donde puedan aprender de sus pares y poder apelar así a las
empresas para generar cupos para quienes necesitan hacer algo y llevar alimento
a sus familias.
Cómo
poder reunir a mujeres que aún viven el dolor de una separación y que han
quedado solas con sus hijos y que deben conocer cuales son las estrategias,
para poder subsistir en las nuevas condiciones económicas y emocionales en las
que se encuentran.
Cómo
poder enseñar a aquellos jóvenes que no les agrada lo que están estudiando y
que no se atreven a planteárselo a sus padres. Cómo educar a esos padres para que
aprendan competencias que les impidan ser los verdugos de sus hijos al
obligarlos a tomar acciones que se riñen con los deseos y decisiones de estos,
que lo único que consiguen es hundirlos más y hacerlos esclavos de los
sicólogos y los siquiatras.
Esto
por citar algunas necesidades, las nombro quizás pues son los dolores que he
debido escuchar como Coach con los clientes a los cuales me ha tocado atender
en estos días.
Acabo
de terminar un Módulo de Coaching en una Universidad chilena, al final de las
clases mucha gente se me acercaba agradeciendo las enseñanzas, pues había
impactado sus vidas y deseaban reparar o bien poner en práctica competencias
para un mejor vivir con sus seres queridos. No saben como reconforta poder
colaborar en la sanación espiritual y emocional de tus hermanos de existencia.
Una
enseñanza básica y potente es tomar conciencia que somos observadores únicos de
lo que nos acontece y que esa mirada u opinión respecto de lo que decimos, esta
teñida inexorablemente de nuestra historia de vida. Cuando comprendes que tu
primera cárcel son las creencias que te entrego tu familia mientras creciste en
ella, con palabras como “No hagas eso porque…”, “Cuidado cuando salgas….”, “Eso
no lo debes hacer porque…”, muchas veces nuestros padres nos llenan de miedos y
carencias, creyendo que lo están haciendo bien y que son dueños de la verdad, cuando
realmente están transmitiéndonos sus propias inseguridades.
Por
eso al final muchas veces más que expandirnos y hacer que nos sintamos gratos
con nosotros mismos, terminamos llenos de creencias paralizantes, que nos
impiden ser dueños de nosotros y saber decidir sobre nuestras propias vidas.
Somos eternos niños y no crecemos, porque nadie nos enseño, en vez de tomar
nuestras propias decisiones, crecemos necesitando a un padre que tome
decisiones por nosotros, que luego se llama Jefe.
Cuando
tomo conciencia que la verdad es relativa, que esta teñida de mis propias
experiencias de vida, que todo en la vida cambia, la tecnología, las leyes, la
moda, la sociedad, lo que me sucedió a mi en su momento, no tiene porqué
ocurrirle al otro, o si yo no supe actuar frente a una circunstancia, no
implica que mi pareja o hijo no lo pueda hacer.
Muchas
veces creemos que tenemos la bola de cristal que nos permite decir que va a
pasar con el futuro de nuestros seres queridos de aquí a unos años más, cuando
no somos capaces de saber que va a pasar siquiera de aquí al otro mes, quizás
me enferme, quizás me accidente, quizás pierda mi fuente laboral, quizás tenga
un ascenso, pero si somos capaces de decirle al otros si se enriquecerá o
empobrecerá con lo que elija como profesión, somos tan especiales como especie.
Amiga,
amigo, se humilde para que aprendas a escuchar al otro, escucha de manera
efectiva para que aprendas de los demás y aprendas a ponerte en el observador
de tu interlocutor. La forma en que hablamos de la vida no viene en el ADN,
dime lo que observas y te diré quien eres, cada vez que opinas de ti o de tu
entorno no te escapas de tu observador.
Un Abrazo y recuerden, no hay seres mejores, ni
peores, solo diferentes. Hasta Pronto.
Carlos Arismendi Gukowsky.